martes, 18 de marzo de 2014

St Patrick's Day

El 17 de marzo es el día mundialmente conocido como St Patrick's Day o día de San Patricio. Según la tradición, se trata del día en el que San Patricio, patrón de Irlanda, murió. Es celebrado en muchos países, y entre elloas se encuentra, cómo no, Estados Unidos.

¿En qué se traduce una fiesta católica en el país más consumista del planeta? Pues por supuesto, en merchandising, bebercio, locura y vicio everywhere.

El color verde, representativo de Irlanda desde tiempos inmemoriales, tiñe pelucas, camisetas, vasos de cerveza, y en Chicago, hasta el río. Todos los bares de la ciudad se pelean por acoger a la multitud sedienta con ofertas, supuestamente especiales (cambiar la palabra especial por: teñimos la cerveza de verde con un colorante muy barato y la subimos de precio al doble o el triple, en función de lo fancy que sea la zona).  

En este punto de mi historia no creo que pueda engañar a nadie. Me gusta la fiesta más que a un tonto un lápiz, por lo que, como no podía ser de otra forma, he disfrutado de esta fiesta todo lo que he podido y más. 

Y creedme que la estiran todo lo que pueden. De hecho, desde la semana pasada se celebraban fiestas clandestinas bajo el nombre Unofficial St Patrick's Day, donde básicamente se hacía lo mismo que este finde, pero a un precio más asequible.

La verdad es que el día tiene su gracia. Todo comienza muy temprano. A las 8 de la mañana hay fiestas programadas por toda la ciudad, y desde las 9 y media tiñen el río de verde para que le de tiempo a verlo a los borrachuzos más precoces. A las 12 de mediodía ya es fácil encontrarse con gente tambaleándose por las calles del centro, buscando alcohol hasta en los parterres que ya se empiezan a vislumbrar bajo la nieve derretida. Eso sí, en la calle no se bebe. Puedes ir a un bar y ponerte hasta el gorro de cerveza, pero si sales a la calle, con tu vasito del Starbucks, por si las multas.


A las 4 de la tarde ya se empieza a retirar la gente, pero eso para nosotros no es un problema. Esperamos pacientes en nuestra casa a que se haga un poco más de noche (jugando a las cartas y bebiendo zumitos), y nos ponemos en marcha para la second round. A ver si aprenden un poco los americanos leñe, que un día de fiesta no tiene por qué acabarse etílico antes del almuerzo!!

Cabe destacar que este fin de semana hemos tenido un fichaje muy especial. Nuestro querido delegado y becario de vinos de Toronto, Hector, ha decidido unirse a nuestras filas para la ocasión. Esperamos que Chicago no haya defraudado, Hector!!



Los días de fiesta sólo tienen una forma de terminar bien: en el McDonalds. Así que tras un duro día de locura, desenfreno y descontrol, nos dirigimos hacia allí para pelearnos a muerte por una mesa, comernos nuestra big mac de rigor, y marcharnos a dormir con la sensación de haber vivido uno de los días más locos de nuestra experiencia chicaguense. 

La semana que viene nuestra aventura se dirige de nuevo hacia tierras sureñas. Miami, there we go!! En próximos posts contaré como ha ido la experiencia. 

Un abrazo!

lunes, 10 de marzo de 2014

El deshielo

El deshielo ha llegado a Chicago. Por primera vez desde que he pisado esta ciudad, he podido salir a la calle sin 20 prendas de ropa encima. No nos emocionemos, digamos que en el momento más caliente del día, la temperatura ha rozado los 11 grados, pero yo los he sentido como 25. 

Ha sido un día de lo más peculiar. Pasando por alto el hecho de que en Madrid (ya no digamos en Las Palmas) estaría con el abrigo puesto a esta temperatura y hoy me he ido al gimnasio en camiseta, la gente por la calle parecía feliz. Sólo faltaba Pharrel Williams cantando Happy para tener la banda sonora perfecta.


Hoy he visto gente corriendo, en bicicleta, en manga corta y hasta en sandalias. Hoy por primera vez he visto la arena de la playa bajo la nieve, que parecía llevarse el invierno por las alcantarillas mientras se derretía... Hasta los perros parecían sonreír. Y es que cuando has pasado el invierno más frío de tu vida... 11 grados emocionan, 11 grados se disfrutan, 11 grados te alegran la vida!!

Por ese motivo, me he ido con mi amigo Miquel, me he comprado un helado y me he sentado en un parque a disfrutar del solecito. Porque aquí la primavera llega cuando nosotros lo decimos!

















Mañana esta alegría habrá acabado. Aunque seguiremos sobre cero, tendremos un día más frío, y para pasado mañana nos espera una nueva nevada. Pero no importa. La promesa de un verano incipiente queda en el aire. La luz al final del túnel comienza a verse, y por lo que parece, fuera hace sol. We'll see...

Pensaréis que qué hago aquí escribiendo con el día que hace fuera... Pues eso mismo digo yo!! A la calle que me voy!!

Un abrazo!!





lunes, 3 de marzo de 2014

La ciudad, de noche.

Esta entrada va a estar dedicada al mundo de la noche de Chicago. Debido a la capacidad que tiene la ciudad de congelarte hasta los pelillos de la nariz desde que pones un pie en la calle, el conocimiento y experiencia que hemos ido adquiriendo de los lugares cerrados, con calefacción y con capacidad para el bebercio es bastante notable. Aquí las terracitas... digamos que escasean.

La zona donde tenemos nuestro campamento base, Lakeview, es bastante generosa en cuanto a la oferta de bares. Podemos además añadir que este barrio en concreto tiene una gran oferta diferenciada, con una conglomeración de estilos conviviendo en 2 km cuadrados. 

La zona que más frecuentamos es la calle Clarks, a la altura del estadio de los Cubs, el Wrigley Field. Es la zona universitaria, y también donde los bares cierran hasta más tarde (a las 4 todos los días menos los sábados, que cierran a las 5). En esta zona es difícil que te hagan pagar entrada, y puedes encontrar copas a un precio más o menos razonable si sabes donde buscar. En cuanto al tipo de gente: un poco de todo. Puedes encontrar mucho pijito encubierto de hipster y mucho hipster encubierto de pijo. Aquí hay de todo. Pero a fin de cuentas, eso es lo que mola. Mi único problema con esta zona es (y esto lo he averiguado este fin de semana de la peor forma posible) que los abrigos no están seguros. Esa tendencia nuestra de dejar todos los abrigos en una silla y despreocuparte, aquí no funciona. Y creedme, encontrarte sin abrigo a las 4 de la mañana en la  calle a las temperaturas que se manejan por aquí... no se lo recomiendo a nadie. Menos mal que mi super compañero de piso vino al rescate y me trajo el otro abrigo desde casa, salvándome de una muerte segura por congelación (o de pagar el taxi, lo que hubiera sucedido antes). 

La calle de Hastled es la calle gay por excelencia. Absolutamente todas las esquinas ostentan una bandera del arco iris, y presumen con orgullo de ser uno de los barrios más gay friendly de todo EE.UU. Aunque en esta zona es difícil tropezar con nuestro mercado objetivo a la hora del ligoteo, por cercanía a nuestra casa, y porque cuando estás de fiesta y no hay nada más abierto cualquier opción es mejor que volver a casa pronto, hemos acabado en alguno de estos sitios. Deducción que hemos sacado (además de algún que otro percance muy gracioso con la capacidad de algún compañero para que se le acerquen a ligar): estos bares son excesivamente caros. Por alguna razón que desconozco, en los bares de ambiente de por aquí, la cerveza, y ya no digamos los cócteles, cuestan más que en cualquier otro sitio. Así que entre esto y que las probabilidades de éxito nocturno son escasas, casi que no nos compensa volver.

Un poco más hacia el centro (a unos 20 dólares de taxi desde nuestra calle), se encuentra la zona de moda más pija de Chicago: River North. Salir por esta zona, a menos que estés en lista y llegues antes de las 11 al club, o estés dispuesto a comprar al portero con un billetito de 20 pavos, es jugártela, pues puede que entres en 5 minutos, que te dejen esperando en la calle hasta que al amigo de la puerta le apetezca que pases, o que directamente te digan que hoy no pasas porque no les gusta el color de tus zapatos. Lo cierto es que los bares molan bastante, así que a veces merece la pena echar los dados y probar en un par de bares hasta que te dejen entrar en alguno. Sin embargo, si quieres ligar en estos lares tienes que ir dispuesto a gastar. Aquí, si te acercas a hablar con una chica, ya da por hecho que la vas a invitar a una copa (o a 10) y puede que ni te pregunte y directamente pida en la barra. Luego se te quedará mirando con una expresión del tipo: "¿pagas o q ase?" Conclusión: en estos bares, mejor quedarte con tus amiguetes, que para invitar a copas, casi prefiero invitarles a ellos.

Por último, uno de los últimos descubrimientos que hemos hecho: los bares de música en directo. Hay muchísimos, y aunque suele haber que pagar entrada, merece completamente la pena. Son muy divertidos, ya hemos ido a uno de música country y a otro de blues, y en ambas ocasiones me lo he pasado como un enano. Es probable que sigamos frecuentando este tipo de bares en las noches de frío polar.

Y este ha sido el repaso de las noches que hemos vivido hasta el momento. Perdonad que no ponga fotos en este post, pero estoy bajo amenaza de mis compañeros de no subir ni una sola prueba gráfica del lamentable estado de nuestras caras (obviamente por culpa del cansancio de todo el trabajo de la semana) en nuestros momentos de fiesta. Como me gustaría que me siguieran hablando... pues eso, que no hay fotos. ;)

Un abrazo a todos!!